Reforma del sistema político: Augusto creó una nueva forma de gobierno en la que combinaba elementos republicanos y monárquicos. Instituyó el cargo de Princeps (primer ciudadano), que le daba un poder casi absoluto, pero que se presentaba como un líder más que como un monarca. Además, estableció el Senado como la principal institución de gobierno, aunque limitó su poder en favor del Princeps.

Restauración de la estabilidad política y social: Después de más de un siglo de guerras civiles, Augusto logró restablecer la paz y la estabilidad en el Imperio. Para ello, implementó una política de reconciliación y amnistía para los opositores, y creó un sistema de administración territorial que garantizaba la paz y la seguridad en todo el territorio.

Reforma fiscal: Augusto estableció un sistema de impuestos y tributos que permitió al Estado recaudar fondos de manera más efectiva. Además, creó un sistema de subsidios y préstamos para los agricultores, que permitió estimular la producción y mejorar la economía.

Reforma militar: Augusto implementó una serie de reformas en el ejército que lo convirtieron en una fuerza más efectiva y leal al gobierno central. Creó una guardia pretoriana, que se encargaba de proteger al emperador, y aumentó el número de legiones para asegurar la defensa del territorio

Obras públicas: Augusto impulsó la construcción de numerosas obras públicas, como puentes, carreteras, acueductos y templos. Estas obras no solo mejoraron la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también fomentaron la economía y el comercio.

En resumen: Augusto implementó una serie de medidas y reformas que permitieron estabilizar el Imperio y sentar las bases para su prosperidad económica y política. Su legado ha sido reconocido como uno de los más importantes de la historia romana.