El Consenso de Washington, un término que emergió en la década de 1980, no fue un acuerdo formal, sino más bien un conjunto de políticas económicas recomendadas por instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Estas políticas, orientadas a la liberalización económica, la apertura de mercados y la estabilidad financiera, fueron adoptadas por muchos países, especialmente en América Latina, en un esfuerzo por revitalizar sus economías en crisis.

Los participantes clave en la promoción de estas medidas incluyeron economistas, líderes gubernamentales y expertos financieros, muchos de los cuales estaban vinculados a instituciones financieras internacionales. Entre las principales recomendaciones del Consenso de Washington se encontraban la privatización de empresas estatales, la reducción del gasto público, la liberalización comercial y la estabilización macroeconómica.

En términos generales, muchos países de América Latina implementaron medidas relacionadas con el Consenso de Washington durante la década de 1980 y la década de 1990. Algunos de los presidentes que llevaron a cabo reformas económicas influenciadas por estas políticas incluyeron a Carlos Menem en Argentina, Carlos Salinas de Gortari en México, y Alberto Fujimori en Perú, entre otros.

En el caso de Argentina, durante la implementación de políticas asociadas al Consenso de Washington en la década de 1990, el país experimentó una serie de transformaciones económicas. La apertura de mercados y la privatización de empresas estatales fueron elementos clave de estas políticas. Aunque se argumentó que estas medidas eran esenciales para estabilizar la economía, algunos críticos sostienen que contribuyeron a la desindustrialización de Argentina.

La desindustrialización argentina se observó en la pérdida de capacidad productiva en sectores clave de la economía, especialmente en la manufactura. Las privatizaciones y la apertura a la competencia extranjera llevaron a la desaparición de algunas industrias locales, generando preocupaciones sobre la dependencia de Argentina de las importaciones y su capacidad para mantener un desarrollo industrial sostenible.

Es importante reconocer que las implicaciones del Consenso de Washington son sus efectos negativos, como la desindustrialización, que puede tener consecuencias significativas para el desarrollo a largo plazo de los países, como es el caso de Argentina. La evaluación de estas políticas y sus impactos sigue siendo un tema crucial en los círculos académicos y políticos, ya que los países buscan equilibrar la estabilidad económica con el fomento de un crecimiento sostenible e inclusivo. En este sentido se encaminaría Javier Milei el presidente electo de la Argentina