En el encuadre presidencial, la realidad argentina se desenvuelve como una película de bajo presupuesto, proyectada en un decadente cine de barrio. El realismo mágico, tanto dentro como fuera de la "casada rosada," nos sumerge en un escenario distópico donde un presidente caricaturesco asume el poder, desencadenando un futuro incierto para este rincón sudamericano.

La experiencia es como ver una cinta clase B en butacas vencidas, en medio de una muchedumbre vociferante y violenta que más bien parece una horda desbocada. El discurso del presidente, cargado de diagnósticos apocalípticos, se convierte en realismo mágico sin poesía, donde la interpretación de la multitud distorsiona la realidad.

La Asamblea Constituyente queda solitaria, ignorada por el presidente, quien se niega a hablar ante representantes institucionales. El pueblo siente que nadie los representa, y la desesperación crece entre aquellos que claman por su voz en medio del abandono y la pobreza. Es necesario destacar que aquellos que pertenecen al cuerpo legislativo de la nación son grandes responsables de la crisis que estamos viviendo en la actualidad; esta asamblea fue cómplice al renegociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Los periodistas, a quienes Milei antes tildaba de "ensobrados" y "pauteros", hoy son aliados. Intentaron durante todo el día de la asunción imponer un número mágico, mientras la televisión revela el vacío de la plaza, desafiando la ilusión construida. El balcón, símbolo de rendición, convoca a una comitiva variopinta de personajes, cada uno afilando sus colmillos para desangrar la patria.

El presidente, ajeno a las tareas del cargo, rodea su gabinete con figuras pintorescas como "Toto," más cercano a las finanzas internacionales que a Macri, o "Pato," que prefiere el negocio de las armas. El nepotismo encuentra su esencia en "El Jefe", la hermana emprendedora, corrigiendo decretos y esparciendo un perfume de favoritismo por la Rosada.

Mientras actores secundarios, como el uno por ciento dueño del país Eduardo Sergio Elsztain (Banco Hipotecario) y Héctor Magneto, dueño de Clarín, la clase media en declive y los trabajadores sin dirección llenan el panorama impredecible, incierto y con pérdida del poder adquisitivo. Esto se da ante el sonido aturdidor de la motosierra, cuya primera "cabeza" que va a cortar es la del "estado" y "no sobre el sector privado", según la concepción que tenga el lector sobre "el término estado". Sin embargo, si "el estado somos todos", la motosierra pasará por nuestras cabezas, y si el término "no lo paga el privado" interpreto que la motosierra no pasará por la cabeza de personajes como Elsztain y Héctor Magneto.

Esta película presidencial, desenfocada y desgarradora, promete un guion impredecible y un desenlace trágico para la Argentina, donde "las soluciones" propuestas por el nuevo presidente, como el ajuste, recesión económica, hiperinflación , aumento de la pobreza y la desocupación, solo generan un cóctel mortífero bajo un gobierno anarcocapitalista. Este último término es aquello que debemos profundizar y transmitirle al lector ante lo que verdaderamente nos enfrentamos hoy en la Argentina.

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